La evolución de lo gótico
Lo gótico empezó en Francia alrededor del año 1140. Antes, las iglesias románicas tenían paredes muy gruesas y ventanas pequeñas, y los espacios eran oscuros. Los arquitectos góticos querían algo diferente. Ellos inventaron nuevas formas, como el arco apuntado y la bóveda de crucería. Estos inventos permitieron construir edificios más altos y con paredes menos gruesas. Lo más importante fue el uso de grandes ventanales con vidrieras de colores. La luz se convirtió en un elemento principal, creando una sensación espiritual y celestial dentro de la iglesia. La Catedral de Notre-Dame en París es un ejemplo perfecto de este estilo temprano.


Con el tiempo, el estilo gótico se fue haciendo más complejo y ambicioso. En el siglo XIII, llamado el "gótico clásico", los edificios buscaron una mayor altura y luminosidad. Aparecieron elementos como los arbotantes, que son unos soportes exteriores en forma de arco. Los arbotantes sostenían las paredes altas y permitían que casi toda la pared fuera de vidrio. Las catedrales de Chartres y de Reims muestran este ideal. La planta en forma de cruz y las torres en la fachada se hicieron comunes. El interior quería imitar el cielo, con sus bóvedas altísimas y la luz coloreada de las vidrieras contando historias de la Biblia.

Más tarde, en los siglos XIV y XV, el gótico evolucionó hacia estilos más decorativos y exuberantes. Este periodo a veces se llama gótico flamígero, porque la piedra se tallaba con formas que parecían llamas. Las bóvedas se hicieron muy complicadas, con muchos nervios que formaban figuras estrelladas. La decoración era tan abundante que a veces cubría toda la superficie. No solo se usaba en grandes catedrales, sino también en edificios civiles como ayuntamientos y casas de ricos mercaderes. La arquitectura mostraba el poder y la riqueza de las ciudades. En lugares como España, este estilo tardío se mezcló con influencias locales, creando estilos únicos como el gótico isabelino.
El estilo gótico no se quedó solo en Francia o Inglaterra. Se expandió por casi toda Europa, y cada región le dio su propio carácter. En Inglaterra, el gótico perpendicular usaba ventanas enormes con divisiones rectas y bóvedas con abanicos muy elaborados. En Italia, el gótico fue diferente; los edificios tenían menos altura pero más color, usando mármoles de distintos colores en las fachadas, como en la Catedral de Siena. En Alemania, se construyeron torres muy altas y agujas impresionantes. Esta adaptación local muestra que el gótico era una idea flexible que podía expresar la identidad de cada pueblo.


Finalmente, el estilo gótico llegó a su fin con la llegada del Renacimiento en el siglo XVI. Los nuevos arquitectos volvieron a mirar la arquitectura de la antigua Roma y Grecia, criticando al gótico como un estilo de "bárbaros". Sin embargo, el gótico nunca desapareció del todo. En el siglo XIX, hubo un gran resurgimiento llamado neogótico, especialmente en Inglaterra y Estados Unidos. Muchas universidades, iglesias y hasta el Parlamento de Londres se construyeron inspirándose en las catedrales medievales. Esto demuestra que el espíritu del gótico, con su búsqueda de altura, luz y asombro, sigue vivo en la arquitectura hasta hoy.
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