viernes, 21 de noviembre de 2025

Dibujo y geometria

 El dibujo y la geometría: Creando la ciudad y la fortaleza ideal

Durante el Renacimiento italiano, el mundo cambió mucho, especialmente en la guerra. Con la llegada de la artillería, los cañones podían destruir fácilmente los altos muros de los castillos medievales. Los arquitectos y artistas de la época, como Leonardo da Vinci y Francesco di Giorgio Martini, tuvieron entonces un gran desafío: tenían que inventar un nuevo tipo de fortificación. Para lograrlo, usaron principalmente dos herramientas: el dibujo y la geometría. Ya no se trataba de construir murallas más gruesas, sino de encontrar la forma perfecta que pudiera resistir los ataques. Este cambio de idea, de una "resistencia por solidez


La búsqueda de una forma defensiva perfecta no fue un trabajo solo de uno. Muchos artistas-ingenieros estudiaron los textos antiguos, especialmente los del romano Vitruvio. Vitruvio había descrito una ciudad ideal, pero sin dibujos. Esto permitió a los renacentistas, como Fra Giocondo o Cesare Cesariano, interpretar sus ideas y dibujar ciudades con plantas geométricas, a menudo dentro de un círculo con calles radiales. Estas formas no eran solo bonitas; tenían un propósito. Un diseño geométrico y simétrico permitía que la defensa fuera más organizada y que los cañones desde las murallas cubrieran todos los ángulos. El dibujo se convirtió así en un laboratorio donde se probaban ideas antes de construirlas.
Un ejemplo extremo de esta experimentación se ve en los diseños de fortalezas de Francesco di Giorgio Martini. Sus proyectos parecen más esculturas gigantes que edificios, con formas estrelladas y complejas. Al no tener ejemplos del pasado que seguir, él se sintió libre para dejar volar su imaginación, siempre guiada por la geometría. Leonardo da Vinci continuó este camino. En sus famosos dibujos, analizó cómo funcionaba la artillería y propuso fortalezas con murallas bajas y gruesas, con formas angulares para desviar los impactos de bala. Para estos genios, cada línea en el papel era un paso para entender y dominar la realidad de la guerra.


La teoría pronto se hizo realidad. La ciudad ideal no solo era un dibujo bonito, sino un plan para construir desde cero. El mejor ejemplo es Palmanova, en Italia, fundada por los venecianos en 1593. Visto desde arriba, es una estrella perfecta de nueve puntas. Este diseño no era un capricho artístico: cada punta de la estrella es un baluarte (una parte saliente de la muralla) desde donde los defensores podían disparar a cualquier enemigo que se acercara. La geometría rigurosa convertía a la ciudad entera en una máquina de guerra perfecta. Otros ejemplos impresionantes en Europa son Neuf-Brisach en Francia y Bourtange en los Países Bajos, que demuestran cómo la misma idea se adaptaba en distintos países.


La influencia de este nuevo concepto de fortificación atravesó el océano. Cuando España quiso proteger sus riquezas en América, envió a ingenieros militares italianos y españoles formados en estas ideas. El Castillo San Felipe del Morro, en Puerto Rico, es un gran testigo. Comenzado en el siglo XVI, fue transformado de una torre medieval a una fortaleza masiva con gruesos muros y baluartes angulares, precisamente para resistir los cañones de las flotas enemigas. Este proyecto, que duró siglos, muestra cómo el conocimiento geométrico y las técnicas de fortificación ideadas en el Renacimiento italiano se expandieron para defender un imperio global, uniendo el arte del dibujo con el poder de la defensa militar.




lunes, 10 de noviembre de 2025

La evolución de lo gotico

 La evolución de lo gótico

Lo gótico empezó en Francia alrededor del año 1140. Antes, las iglesias románicas tenían paredes muy gruesas y ventanas pequeñas, y los espacios eran oscuros. Los arquitectos góticos querían algo diferente. Ellos inventaron nuevas formas, como el arco apuntado y la bóveda de crucería. Estos inventos permitieron construir edificios más altos y con paredes menos gruesas. Lo más importante fue el uso de grandes ventanales con vidrieras de colores. La luz se convirtió en un elemento principal, creando una sensación espiritual y celestial dentro de la iglesia. La Catedral de Notre-Dame en París es un ejemplo perfecto de este estilo temprano.


Con el tiempo, el estilo gótico se fue haciendo más complejo y ambicioso. En el siglo XIII, llamado el "gótico clásico", los edificios buscaron una mayor altura y luminosidad. Aparecieron elementos como los arbotantes, que son unos soportes exteriores en forma de arco. Los arbotantes sostenían las paredes altas y permitían que casi toda la pared fuera de vidrio. Las catedrales de Chartres y de Reims muestran este ideal. La planta en forma de cruz y las torres en la fachada se hicieron comunes. El interior quería imitar el cielo, con sus bóvedas altísimas y la luz coloreada de las vidrieras contando historias de la Biblia.

Más tarde, en los siglos XIV y XV, el gótico evolucionó hacia estilos más decorativos y exuberantes. Este periodo a veces se llama gótico flamígero, porque la piedra se tallaba con formas que parecían llamas. Las bóvedas se hicieron muy complicadas, con muchos nervios que formaban figuras estrelladas. La decoración era tan abundante que a veces cubría toda la superficie. No solo se usaba en grandes catedrales, sino también en edificios civiles como ayuntamientos y casas de ricos mercaderes. La arquitectura mostraba el poder y la riqueza de las ciudades. En lugares como España, este estilo tardío se mezcló con influencias locales, creando estilos únicos como el gótico isabelino.
El estilo gótico no se quedó solo en Francia o Inglaterra. Se expandió por casi toda Europa, y cada región le dio su propio carácter. En Inglaterra, el gótico perpendicular usaba ventanas enormes con divisiones rectas y bóvedas con abanicos muy elaborados. En Italia, el gótico fue diferente; los edificios tenían menos altura pero más color, usando mármoles de distintos colores en las fachadas, como en la Catedral de Siena. En Alemania, se construyeron torres muy altas y agujas impresionantes. Esta adaptación local muestra que el gótico era una idea flexible que podía expresar la identidad de cada pueblo.


Finalmente, el estilo gótico llegó a su fin con la llegada del Renacimiento en el siglo XVI. Los nuevos arquitectos volvieron a mirar la arquitectura de la antigua Roma y Grecia, criticando al gótico como un estilo de "bárbaros". Sin embargo, el gótico nunca desapareció del todo. En el siglo XIX, hubo un gran resurgimiento llamado neogótico, especialmente en Inglaterra y Estados Unidos. Muchas universidades, iglesias y hasta el Parlamento de Londres se construyeron inspirándose en las catedrales medievales. Esto demuestra que el espíritu del gótico, con su búsqueda de altura, luz y asombro, sigue vivo en la arquitectura hasta hoy.




martes, 4 de noviembre de 2025

Palladio

 Palladio

Los griegos de la antigüedad eran bien detallistas. En sus templos, como el Partenón, hasta el último detalle tenía su razón. Tenían un problema, que en las esquinas de la decoración de arriba (eso que parece una franja con bloques y espacios) ósea el triglifo. Los primeros griegos lo resolvían de una forma, pero los que vinieron después (los del Partenón) lo hicieron diferente: se aseguraron de que en cada esquina hubiera un bloque oscuro que cortara la vista. ¿Para qué? Pues para que el edificio se viera como una sola pieza sólida, como una estatua gigante bien cerrada. No querían que diera la sensación de que seguía, sino que fuera una cosa completa y perfecta por sí sola. O sea, el templo era como una escultura grandota que uno admiraba desde afuera.




Ahora, brincando muchos años para el Renacimiento, a un lugar en Italia llamado el Palazzo Te. Ahí, un pintor llamado Giulio Romano hizo una locura: pintó todo el cuarto; paredes, techo, todo con una escena épica de los Gigantes peleando con los dioses. Cuando entrabas, no veías un cuarto normal, ¡sentías que estabas metido en el mito! Gigantes cayéndose, rayos, edificios colapsando. Era como meterse en una película en 360 grados, pero en el siglo XVI. Lo opuesto total al Partenón. Ya no se trataba de admirar algo desde lejos, sino de que el arte te envolviera y te llevara a otro lado.

Entre estos dos extremos está Palladio, un arquitecto que cogió lo mejor de los dos mundos. Por fuera un templo clásico perfecto, como esos que admiras desde lejos. Pero el truco está adentro: está hecha para vivirla. Tiene una cúpula en el centro y balcones abiertos en los cuatro lados que te regalan vistas espectaculares del campo. Usa las columnas y las formas clásicas no para encerrar, sino para conectar la casa con el paisaje. Es como el punto medio perfecto: un edificio bellísimo por fuera, pero diseñado para disfrutarlo desde adentro.

Esto no se quedó en casas de ricos. Palladio también dejó su marca en la ciudad. Su proyecto para el Palazzo della Ragione en Vicenza (que tardó una eternidad en terminarse) fue básicamente ponerle una galería elegante, con arcos y columnas al estilo clásico, a un edificio viejo. ¿El propósito? Crear un espacio cubierto para el mercado, donde la gente pudiera comprar, pasear y estar. Aquí lo clásico ya no era para los dioses ni para crear ilusiones, sino para la vida diaria: para vender, encontrarse con los amigos o dar una vuelta.


En resumen, eso que llamamos "clásico" no es una sola cosa fija. Los griegos lo usaron para crear objetos perfectos y cerrados. En el Renacimiento, a veces lo voltearon para crear experiencias inmersivas que te sacaban de la realidad. Y otras veces, como con Palladio, lo adaptaron para hacer espacios bellos pero también útiles y conectados con la vida cotidiana. Cada época agarró esas columnas y frontones y preguntó:  ¿y ahora qué inventamos con esto?" La respuesta siempre fue diferente, y por eso el arte clásico nunca pasa de moda.

Reseñando blogs

   Como parte del curso decidimos hacer una reseña y destacar un blog en particular que resumió positivamente la intención de reflexión y el...